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El Viaducto

El Viaducto, es el nombre como popularmente se le conoce, pues el verdadero es el «Viaducto de Segovia» al tomar el nombre de la calle sobre la que pasa. Su altura es de 23m, ya que la pendiente de la calle Segovia es pronuncida. Se trata de una obra de concepción racionalista. Está formado por tres arcos de 35 m de luz y cuatro nervios, todo ello hecho en hormigón armado pulido, si bien la base de los pilares aparece recubierta con sillares de granito.

El viaducto actual fue concluido en el año 1934 y reconstruirlo en 1942 por culpa de los daños sufridos en la guerra civil. El concurso se le otorgó a los arquitectos Ferrero, Aracil y Aldaz en tiempos de la Segunda República. Si bien antaño existía ya un viejo viaducto de hierro y madera que daba continuidad a la calle Bailén.

Desde el viaducto se pueden contemplar vistas expectaculares. Y tal es así que fue elegido por muchos suicidas para dar el último gran salto, como queda patente en los versos de Emilio Carrere:

«El viaducto, buen balcón
del soñador nocheriego,
y trampolín más seguro
para dar el verdadero
salto mortal,
el funámbulo de lo horrible,
que en su vuelo,
de trágicos volatines,
aterriza en los infiernos.
Suena un reloj... En la noche
se oyen los pasos del tiempo.»

Y esta es la razón por la que el Ayuntamiento de Madrid tomó la decisión en 1998 de instalar unas pantallas transparentes que impidieran saltar las barandillas del viaducto. Evitando así los suicidios.

Parece ser que la medida fue efectiva y desde entonces nadie se ha suicidado desde El Viaducto. También es cierto, que dichas pantallas hacen feo el puente, y que quedan anacrónicas, pero a cambio salva vidas.

Autor: Juan Antonio Jiménez

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