El Yacimiento de Las Camas (Villaverde, Madrid). La vida en Madrid al inicio de la Edad del Hierro

El yacimiento arqueológico de Las Camas es, sin duda, excepcional en varios sentidos dentro del panorama de la Edad del Hierro en la Península Ibérica. Su excavación estuvo motivada por el proyecto de edificación del UZP 1.05, situado en el madrileño barrio de Villaverde Bajo.

El enclave arqueológico se situó sobre una pequeña loma, que domina la margen derecha del Butarque, poco antes de su desembocadura con el río Manzanares. Éste discurre por una vega de mediana anchura encajada sobre dos orillas muy diferentes. Mientras que en su margen izquierda se levanta un frente de escarpe de yesos, aprovechado para la implantación de recintos amurallados de la Segunda Edad del Hierro como el Cerro de La Gavia, mientras en su orilla derecha se extienden unas suaves lomas que van ganando altura hasta alcanzar la extensa llanura del páramo terciario del sur de Madrid.

Estos terrenos al inicio de la Primera Edad del Hierro estaban ocupados por la cobertera vegetal y presentaba algunos claros abiertos seguramente por la práctica de la agricultura y ganadería. En los alrededores del yacimiento existirían prados de gramíneas silvestres y campos de cultivo con cereales; un poco más alejado el monte bajo formado por coscojas, jaras y brezos y, por último, el bosque con pinos, encinas y robles.

La actuación arqueológica

Equipo Interdisciplinal

Coordinación: Jorge Morín de Pablos. Dirección: Mario López Recio y Ernesto Agustí García. Técnicos arqueólogos de campo: Primitivo Sanabria, Mercedes Sánchez García-Arista y Enrique Navarro Hernández. Técnicos arqueólogos de gabinete: Luis González Carrasco y Marta Escolá Martínez. Dibujo arqueológico: Enrique Navarro Hernández y Mercedes Sánchez García Arista. Dibujo arqueológico de gabinete: Enrique Navarro Hernández y Mercedes Sánchez García Arista. Planimetrías: Julio Casares Fernández-Alvés. Fotografía de campo: Ernesto Agustí García y Primitivo Sanabria. Fotografía de gabinete: Marta Escolà Martínez y Fernando Sánchez Hidalgo. Estudio de industria lítica: Germán López López. Estudio de fauna: José Yravedra Sainz de los Terreros. Antracología: Ethel Allue. Carpología: Anna Rodríguez Cruz. Geología: Daniel Regidor Ipiña. Medio Natural: Carlos Fernández Calvo. Documentación: Ernesto Agustí García, Primitivo Sanabria, Marta Escolà Martínez, Mario López Recio, Jorge Morín de Pablos y Fernando Sánchez Hidalgo. Promotora: Hercesa. Consultoría arqueológica: Auditores de Energía y Medio Ambiente..

La metodología utilizada en la intervención arqueológica de Las Camas buscó la caracterización en extensión del yacimiento. Tras una prospección de superficie de alta intensidad, se pasó a una fase de sondeos mecánicos y manuales sobre una superficie de 387.121 m2. Finalmente, se excavaron 4.000 m2. En la excavación del yacimiento participó un amplio equipo interdisciplinal (var Tabla I), incorporando el estudio de la geomorfología del enclave, muy afectado por la erosión; estudios de fauna y ácaros; estudios de macrorrestos vegetales, adobes, columnas polínicas, fosfatos, paleometalurgia, lítica y datación absoluta por C14 y TL.

En el transcurso de los trabajos de excavación se descubrieron dos cabañas delimitadas por agujeros de poste, cuyas dimensiones son únicas en la Península Ibérica y que por sí mismas constituyen el núcleo de habitación del yacimiento propiamente dicho. Pero junto a ellas parecieron otra serie de estructuras (al igual que las anteriores excavadas en el subsuelo, ya que los terrenos se hallan muy arrasados por el continúo laboreo agrícola), relacionadas con diversas actividades agrícolas, ganaderas y sobre todo industriales o artesanales.

A oriente de la cabaña mayor, a unos 100m, se hallaron dos fosas de grandes dimensiones excavadas en el terreno geológico cuya utilización final ha sido como basurero, y en las que han aparecido gran cantidad de materiales arqueológicos: cerámica, industria lítica, restos de metal y objetos relacionados con la industria metalúrgica, gran cantidad de fauna, así como restos constructivos en forma de arcilla compactada. En cuanto a la finalidad inicial de estas grandes fosas, podría estar vinculada a la explotación de vetas de arcillas para la fabricación de cerámicas, ya que los análisis de pastas indican una procedencia local de las mismas. Además junto a una de las fosas se documentó un conjunto de seis hornos para la fabricación de cerámicas.

En esta serie de hornos se pudieron constatar las distintas fases constructivas y de utilización de los mismos. Unos aparecían más arrasados y mostraban la base de forma circular constituida por fragmentos de cerámica con una finalidad refractaria, bajo la cual aparece una base de arcilla rubefactada que indica la utilización de altas temperaturas. En otro aparece una base de cantos sobre las cerámicas, igualmente de forma circular.

En el horno que ha llegado en mejor estado, en primer lugar apareció una capa de arcilla dispuesta de forma circular, de color anaranjado endurecida por la acción del fuego que se correspondería con el arranque de la cúpula que formaría la cámara del horno. En su interior había un estrato que se correspondería al derrumbe de la cúpula formado por arcilla y restos de adobe muy fragmentados. Bajo éste, apareció un nivel de cenizas endurecidas por una constante exposición al fuego. Bajo este estrato aparece un preparado o encachado formado por fragmentos de cerámica dispuestos de forma circular. Se correspondería con la parte de la estructura de y se sitúa sobre la arena de la base de preparación. Las cámaras de cocción tienen un diámetro de 1 m y el tiro está formado por una cámara de unos 50 cm de ancho por 80 de largo.

Asimismo, al norte del complejo excavado se documentaron varias estructuras en forma de fosas y silos, que se agrupan genéricamente como Sector B. Los restos aparecidos se encuentran localizados sobre una suave loma de ligera pendiente que se va matizando paulatinamente hasta descender hacia la llanura aluvial del río Manzanares, dominando la margen derecha del arroyo Butarque, poco antes de su desembocadura aguas abajo en el río Manzanares. Se trata de manchas de rellenos con altos contenidos en materia orgánica que colmatan antiguas fosas de formas y tamaños diversos, entre las que se pueden aislar algunos hoyos o silos cuya finalidad originaria debió ser la de depósitos de alimentos.

Entre los materiales se recuperaron bastantes fragmentos cerámicos, entre las que habría que destacar formas carenadas, cuencos troncocónicos, materiales con suave decoración incisa formando motivos reticulados que conservan restos de pintura roja y, por último, algún que otro fragmento con engobe de color rojo. Molinos y fragmentos de molino de granito de gran tamaño, aparecen conservados casi por completo en el interior de la zanja. Por lo que respecta a la fauna, se recogieron numerosos restos. Por último, destacar la localización del proceso de fabricación de metales en su totalidad, desde la fundición hasta las piezas, así como la presencia de objetos extrapeninsulares, como un brazalete de marfil.

Las cabañas de Las Camas

No cabe duda de que uno de los elementos más extraordinarios descubiertos en las excavaciones de Las Camas, son las dos cabañas definidas por una serie de agujeros de poste. Tanto el tamaño de estos agujeros como la superficie que delimitan conforman dos unidades constructivas de tamaño singular, que prácticamente no tienen paralelos en la prehistoria española.

La de mayor tamaño está definida por 46 hoyos de poste y restos de un derrumbe de adobes de parte de una de las paredes. No se pudo documentar ningún resto del suelo original de la misma que aportase algún dato sobre su funcionalidad, debido al arrasamiento y desmonte a que ha sido sometido el yacimiento, motivado principalmente por las labores agrícolas. Presenta una planta alargada de 26,73 x 8,17 m, con hoyos de poste perimetrales dispuestos de forma regular, a una distancia de 1,65 m cada uno, formando una cabecera absidada de orientación noroeste/ sureste; una línea de postes centrales, más anchos que los perimetrales, que servirían para sujetar la techumbre, posiblemente a dos aguas. La superficie interior sobrepasa los 200 m2.

En el interior de los hoyos se documentaron restos de madera, cerámica, piedra y adobes o arcilla apisonada. Tanto las piedras y los restos de vasijas cerámicas de gran tamaño servirían de calzo a los postes de madera. En la parte sureste de la estructura se localiza lo que interpretamos como el acceso a la misma, que tendría forma porticada.

La segunda cabaña, es de similares características, presenta una planta alargada de 18,75 x 7,65 m, con hoyos 23 de poste perimetrales dispuestos de forma regular, formando una cabecera también absidada de orientación este/oeste; una línea de postes centrales, más anchos que los perimetrales, que servirían para sujetar la techumbre y una superficie de aproximadamente 144 m2. Se encuentra a unos 50 m. de la anterior, y aunque su orientación no es exacta a la Cabaña 1 y su tamaño es algo menor, la estructura arquitectónica y la división del espacio interior es idéntica.

El tamaño de los hoyos en ambas estructuras ronda los 30 cm de diámetro, aunque en su mayoría son ovalados, con 40 cm en su anchura máxima, habiéndose documentado algunos ejemplares rectangulares que nos podrían estar indicando la existencia de trabajo de carpintería de los troncos antes de ser colocados en el agujero. Las profundidades varían de 20 a 30 cm, pero hay que tener en cuenta que se ha perdida parte del suelo en diversos lugares. Los agujeros centrales de ambas cabañas tienen unas dimensiones sensiblemente mayores, alcanzado profundidades de 70cm a 1 m y dimensiones que en algún caso de la Cabaña 1 alcanzan los 1 x 1,4 m de ancho. Las dimensiones de estos hoyos hacen pensar en grandes troncos o pies derechos que sujetarían una estructura elevada de gran tamaño, pudiendo alcanzar más de 5 m de altura

La búsqueda de paralelos para estos edificios singulares nos lleva inmediatamente a pensar en los llamados longhouses o casas largas que pertenecen a distintas culturas a lo largo del tiempo, entre las que podríamos citar a los iroqueses norteamericanos, los vikingos escandinavos o los actuales cultivadores de arroz de Borneo. Todas ellas tienen formas o plantas parecidas, aunque se construyen con diferentes materiales métodos disponibles en el lugar. Una de las características más importantes socialmente de este tipo de casas largas, es la de que sirvieron para alojar a una familia extensa, algo que está documentado entre diversas tribus de indios norteamericanos entre las cuales cada cabaña alojaba a un clan. Pero la diversidad cultural y la amplitud cronológica que manifiestan los longhouses, nos obliga a ceñir más nuestra búsqueda de paralelos para los edificios de Las Camas.

En la tradición constructiva de la Edad Oscura y el Geométrico Griego, encontramos casas largas absidadas con fechas similares a las de Las Camas. Por ejemplo, se encuentran casas largas rematadas en ábside de gran tamaño (90 m2) en Asine, de 128 m2 en Nichoria, por no hablar del famoso Heroon de Lefkandi. Ahora bien, estos edificios presentan zócalos de piedra o pequeñas distribuciones interiores realizadas también mediante tabiques de piedra, algo que no sucede en Las Camas. Estos edificios absidados, apenas tienen paralelos en la tradición arquitectónica griega de los siglos anteriores, al igual que ocurre en la Península Ibérica.

De contextos aparentemente más próximos a Las Camas, son aquellas casas largas de las llanuras centro-septentrionales europeas y escandinavas. Estas estructuras presentan plantas rectangulares con terminaciones absidadas o pseudorectangulares y superficies en muchos casos similares a las de Las Camas, e incluso mayores, levantadas con cubiertas vegetales sobre una sustentación de postes de tamaños variados.

Al contrario de lo que ocurría en Grecia, en estos lugares la tradición de los longhouses es larga, ya que se remonta al Neolítico y el inicio de la agricultura y la ganadería en la Europa Central. De hecho, el origen de la casa comunal marca probablemente el principio de la agricultura mixta donde la cría de ganado y agricultura se utiliza conjuntamente como una estrategia de supervivencia que procuraba la proximidad de los campos y el refugio del ganado.

El primer testimonio escrito de Madrid

L.A. Ruiz Cabrero

En uno de los fragmentos cerámicos localizados en Las Camas se realizó un grafito post-coctionem que supone, sin duda, un revulsivo en cuanto al conocimiento de la escritura en la Península Ibérica. Nos encontramos con una grafía de tipo fenicio y ante una letra del alfabeto de esta sociedad. En concreto una ejecución arcaica de un het. La explicación a la aparición de una sola letra sobre una cerámica del yacimiento de Las Camas en Villaverde (Madrid), es la de marca de propiedad y, por tanto, indicar la inicial del nombre del propietario del objeto. No es de extrañar que en lugares de transformación de materias para elaborar una serie de productos y en los que se produce una concentración de varias personas, se intente, dentro de las costumbres fenicias, identificar elementos de la vajilla que pueden confundirse con otros símiles en el lugar.

En cuanto a la cronología de la pieza, la paleografía nos remite a los siglos X y IV a.n.e, unido a los datos de C14. No es extraña la presencia de un agente comercial en una zona de transformación y producción, en el sentido de que la persona que utilizó esta pieza en su quehacer cotidiano tendría conocimientos de escritura y probablemente estas nociones le serían útiles en contabilidad e informes.

La época de apogeo de los longhouses en los Paises Bajos, corresponde al período de Montelius II (ca.1500-1200 a.C.), en el que alcanzan los mayores tamaños, y constituyen una forma de habitación típica de la Edad del Bronce. En Holanda se conocen las plantas de medio centenar de longhouses, distribuidos a lo largo de la Edad del Bronce, otros cinco en Bélgica y Alemania.

Estos edificios tienen una función claramente residencial muy influenciada por las necesidades agrícolas y ganaderas que irán ganando espacio en el interior de los longhouses. Por ejemplo, las casas largas de tipo Elp del Bronce Final, incorporan sistemáticamente los establos para el ganado dentro de la casa y suelen formar parte de conjuntos de varios edificios alargados a menudo unidos por unas cercas o que presentan estas cercas anexas a ellos.

Estas casas largas se interpretan como el símbolo de la unidad de la familia, entendiendo ésta como una familia extensa, y la casa como una casa comunal a la manera de los indios iroqueses. Al edificio residencial se le irán añadiendo otros con diversas funciones, entre los que destacan las “casas de los muertos” o casas cementerio en donde habitaban los ancestros.

En Francia la situación es sensiblemente diferente, ya que los ejemplos de casas largas son menores, aunque se conocen dos en los que sus dimensiones superan la media de los longhouses de los Países Bajos: Antran en Vienne y Verberie en Oise. En el caso de Antran se documentan varios edificios que se hallan rodeados de un pequeño foso y se interpretan como “casas de los muertos”: el nº 1 de 28,8 x 9,6 m (276 m2). El edificio nº 16 posee una superficie cubierta superior a los 500 m2, con cinco agujeros de poste centrales de 1 a 1,4 m. de diámetro. Se fecha desde comienzos del siglo VII a mediados del VI a.C. y se interpreta como un santuario colectivo.

En el panorama español la existencia de longhouses o casas largas es prácticamente desconocida, predominando las pequeñas cabañas de planta oval o redonda. Uno de los primeros ejemplos documentados en el Centro Peninsular, es el del cercano yacimiento de Ecce Homo, donde se excavó una cabaña de 10,5 m. de largo por 2-4 m. de ancho, delimitada por postes y un perímetro excavado. Pequeñas cabañas de tendencia oval se han hallado en el Sector III de Getafe, en el Cerro de San Antonio (Vallecas) o en Los Pinos (Alcalá de Henares) y, recientemente, en el yacimiento de Capanegra (Rivas-Vaciamadrid), donde la planta de la estructura es cuadrangular, de 6 a 8 postes, una sola nave y espacio interno en torno a 10 m2 , así como en el enclave de El Colegio (Valdemoro).

En la Meseta Norte son conocidas cabañas de planta circular u oval con agujeros de poste en los niveles conocidos como Soto de Medinilla y en estos últimos años se están documentando en otros lugares como el Poblado I de la Plaza del Castillo (Cuéllar, Segovia), en Simancas (Valladolid), en los Cuestos de la Estación de Benavente (Zamora), en La Mota (Medina del Campo), etc.

La característica común a todas ellas son espacios habitables que oscilan de 10 a 40 m2, unas plantas tanto ovales como circulares o rectangulares, y la delimitación del espacio útil por medio de postes o rebajes en el terreno. Estas características pueden hacerse extensibles a la mayoría de las cabañas documentadas en otros lugares de la Península Ibérica, con excepción tal vez de alguna vivienda perteneciente al Bronce Final, como la casa oval de 11,5 x 7 m. del Cerro del Real de Galera (Granada), construida a base de grandes bloques de adobe.

Mención aparte merecen las cabañas de Guaya (Berrocalejo de Aragona) excavadas recientemente cerca de Ávila, ya que constituyen un paralelo muy próximo, tanto estructural, como espacialmente, para las cabañas de Las Camas. En este yacimiento abulense se han documentado una docena de cabañas delimitadas por postes cuyos agujeros de sustentación se excavaron en el subsuelo. La planta de tres de ellas (nº VIII, XI y XII) es rectangular con cabecera absidada y se diferencian en su interior dos áreas que debieron corresponder a las de vivienda y almacenaje. La superficie de estas tres cabañas ronda los 4-5 m de ancho por unos 20-25 m de largo, con superficies de 150 a 200 m2. Por su parte, en las cabañas V, VIII y XII se han documentado diferentes restos interpretados como hornos cerámicos y metalúrgicos.

Más próximas aún a Las Camas son las estructuras descubiertas en La Albareja (Fuenlabrada, Madrid). Al igual que en Las Camas y Guaya, la actuación arqueológica que propició su descubrimiento se desarrolló en una gran extensión, con el desbroce de 8.000 m2 de terreno. Junto a los tradicionales fondos, hoyos o silos, se documentó una secuencia de seis estructuras semienterradas y agujeros de poste interpretables como cabañas anejas a una gran estructura de planta circular con un área de acceso oval que alcanza los 23'50x15'20x2'50 m en sus dimensiones máximas. Interpretando el conjunto de estructuras excavadas, la visión del yacimiento desde el exterior de la vaguada se limitaría considerablemente a las pequeñas cabañas de materiales perecederos que, en realidad, debieron servir para actividades domésticas o artesanales subsidiarias de la cabaña principal.

Comentamos en último lugar estos dos ejemplos, porque es fácil y tentador interpretar las cabañas de Las Camas ejemplos de lugares no comunes, es decir, como algún tipo de santuarios o templos en los que realizaban actividades no cotidianas, tal y cómo se han interpretado las casas largas francesas de Antran y Verberie e, incluso, la del Cerro del Real de Galera. Sin embargo, nada hay en el registro arqueológico de tales estructuras que nos induzca a pensarlo, antes bien, los datos obtenidos en Las Camas, al igual que en Guaya o La Albareja, sugieren que nos encontramos ante unas viviendas en torno a las cuales se realizaban lo que podríamos llamar tareas cotidianas, ligadas a la agricultura y la ganadería y complementadas con actividades industriales, o mejor artesanales, tales como metalurgia y la fabricación de cerámica.

Tal vez habría que preguntarse hasta que punto el desconocimiento de este tipo de estructuras no se debe a deficiencias del registro, o al empleo e metodologías y técnicas que en el presente permiten la limpieza y excavación de áreas infinitamente mayores que en el pasado. No hay que olvidar que la Prehistoria Reciente del Centro de la Península Ibérica (y especialmente en la región central del valle del Tajo) se ha venido configurando desde excavaciones que nos son en realidad más que sondeos de escasa extensión, cortes estratigráficos que apenas dejan ver una mínima porción de las secuencias de un yacimiento, y registros de superficie asistemáticos sobre los que se han elaborado incluso “horizontes culturales”. A este respecto es significativo que en actuaciones que sirven de referencia desde hace años, como es el caso, por ejemplo, del Cerro de San Antonio, se excavaran apenas 65m2, los cuales no representan más que 1/4 de la superficie de la cabaña mayor de Las Camas.

Las excavaciones de grandes áreas propiciadas por las obras públicas y privadas de los últimos años, están sacando a luz nuevos registros, que en un breve lapsus de tiempo superan con mucho los de las últimas décadas. Panoramas antes totalmente desconocidos como la presencia de estructuras similares a los longhouses europeos en Las Camas comienzan a ver la luz. Estamos convencidos de que el futuro próximo deparará nuevos y sorprendentes descubrimientos similares a los que aquí citamos.

Dionisio Urbina: Doctor en Geografía e Historia por la UCM.
Jorge Morín: Doctor en Arqueología por la UAM.
colaboradores de La Gatera de la Villa

Saber más

  • Almagro, M., Morín J. y Urbina, D. –Eds.- (2008): El Primer Milenio a.C. en la Meseta Central. De la longhouse al oppidum, en Segundo Simposio Audema (29 y 30 de octubre de 2008). Madrid.
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  • Agustí, E. et alii (2007): El yacimiento de Las Camas. Nuevos datos para el conocimiento del Bronce Final y el Hierro I en el curso bajo del río Manzanares (Madrid), en Actas do IV Congresso de arqueología peninsular. As Idades do Bronze e do Ferro na Península Ibérica (Faro, 14 a 19 Septembro de 2004). Faro, pp. 29-33.
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  • Morín de Pablos, Jorge (2009): 3D Reconstructions of Archaeological Sites from Madrid’s Community, en CAA 2009 Williamsburg. Making History Interactive> (March 22-26, 2009). Williamsburg, Virginia.
  • Urbina, D. et alli (2007): Una puerta hacia la comprensión de la Edad del Hierro en el valle del Manzanares: Los yacimientos de Las Camas y La Gavia (Madrid), en Primer Simposio Audema. La investigación y difusión arqueopaleontológica en la marco de la iniciativa privada (Madrid-Guadalajara, 24 y 25 de octubre de 2007). Madrid, 2007, pp. 157-194.

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Autor del artículo

Jorge Morín de Pablos

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